Esta pieza me la encargó la Secretaría de Cultura del Municipio de Querétaro. Querían una obra para el aniversario de la ciudad que hablase de Querétaro con mi lenguaje. Si algo he hecho en los casi 8 años que llevo viviendo en esta ciudad ha sido fotografiarla. De una manera performativa, casi metódica he ido registrando cada rincón de ella, de tal forma que al final, esta ciudad en la que ahora resido ya forma parte de mi y viceversa.
Dice Antonio López, gran pintor de ciudad al que tanto admiro en una de sus últimas entrevistas televisivas, que, “una ciudad te sugiere la vida, la muerte, te sugiere todo; no hay nada que no esté en su pared”.
Si algo caracteriza a Querétaro y que la hace diferente y única son sus atardeceres tan distintos y mágicos. Citando palabras de Borges a su paso por Querétaro: “vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala”. De ahí el nombre de la pieza, añadiendo además un guiño al otomí, en Hñähñú, “ñuhyadi”, “lugar donde se pone el sol”.